En la Universidad del Claustro de Sor Juana conviven los más diversos individuos. Es una escuela que se caracteriza por su tolerancia a todas las personas.
Mariana es una chica de Gastronomía: alegre, trabajadora, dedicada, soñadora y fiestera. Adjetivos que describen al alumnado, pero Mariana sufrió una pequeña diferencia que ha modificado su vida, sin cambiar sus cualidades.
Hace pocos años le detectaron cáncer en su brazo izquierdo. La enfermedad la llevó al límite de decidir por su brazo o su vida, que en lo personal considero hubiera sido lo mismo porque un gastrónomo del área técnica vive de sus brazos, de la habilidad que desarrolla en ellos. Ella decidió seguir viviendo y enfrentó la enfermedad hasta sanar. Este semestre regresó en una situación que nadie imagina vivir, pues perdió su brazo.
Un martes le pedí una entrevista. Inmediatamente me preguntó “¿pero sobre qué quieres hablar?”. Me quedé callada pensando qué le podía contestar sin incomodarla. En ese momento supe que hacer esta nota iba a ser un reto.
Llegó el viernes que habíamos acordado encontrarnos, la invité a mi casa, le ofrecí unas cervezas para poder darnos el valor de hablar (sólo yo las necesitaba). Ella se mostró siempre serena y abierta, yo estaba nerviosa y temía no poder guiar la entrevista.
Desde un principio me dijo “mira yo no tengo problemas con el tema, no quiero ser un ejemplo para nadie, pero si esto que me pasó sirve de algo, adelante” y me tranquilizó por completo. Puse mi grabadora en la cama donde estábamos sentadas, le dije que la olvidáramos y sería una charla sólo entre ella y yo.
Mi primera pregunta fue con cierta distancia, tratando de esquivar las partes fuertes de la travesía de esos últimos años.
Comalote: ¿Cómo fue tu regreso a clases?
Mariana: Al principio fue difícil porque no conocía a nadie de la generación, regresar ya sin mi mano y no saber en realidad qué tantas capacidades tenía o había perdido, a qué me iba a enfrentar ni con mis compañeros ni con lo que yo iba a poder hacer. Cuando llegué al grupo fui agarrando confianza y las cosas se dieron bien, he logrado hacer más de lo que yo pensaba, aunque obviamente sí tengo mis limitaciones.
C: (Me quede atónita al ver qué bien había tomado todo y le hice una de las preguntas obligadas). Sabías las opciones que había ¿por qué regresar a técnica?
M: Ya había cursado 7° semestre en técnica y cuando me enteré de la amputación pensé en cambiarme a administración o humanidades, pero decidí que me lo iba a plantear como un reto en lugar de como un obstáculo, no iba a darme por vencida antes de intentarlo. Fui a hablar con Guille y me dijo que si lo quería intentar ella me iba a apoyar, pero que fuera honesta conmigo. Si no podía me cambiaría de área y ella también sería honesta conmigo.
Siempre tuve una ilusión de que lo iba a lograr con mi prótesis, pensé que me la entregarían a más tardar en marzo, pero aún no la tengo; esperaba aprender a utilizarla este semestre que tenemos materias de mucha precisión como ornato. En el trabajo no te van a dar la misma oportunidad “bueno echa a perder todo lo que quieras y si no aprendiste bien”, y aquí me están dando la oportunidad de decir “bueno no me salió, pero lo vuelvo a intentar y a lo mejor la próxima vez me sale”.
También por otro lado quise demostrar que no hay nada que te limite, tal vez abrir camino para personas que estén como yo; perdí mi brazo a los 23 años, pero hay gente que nace sin uno y no le puedes quitar la oportunidad de estudiar o de aprender algo así, entonces también me gustaría abrir campo para esas personas, bueno, si me fuera posible.
C: ¿Qué quieres hacer terminando la carrera?
M: Me gustaría algo propio, estoy consciente de que es difícil que consiga un trabajo, ya el hecho de llegar y que me vean sin mano, me pone en últimas opciones, muy pocos me darán la oportunidad; me encantaría abrirme camino en el medio por mi parte poniendo un negocio y ganándome un nombre poco a poco. Mi plan es algo que me genere dinero como las taquerías, en la parte administrativa creo que lo puedo hacer bien y de ahí sacar para poder poner una pastelería gourmet, empezarme a abrir camino al vender mis productos.
C: (Sólo pensé ¡madres! Somos tantos los que no tenemos claro lo que queremos hacer cuando nos titulemos, la discapacidad no limita los planes de superación, entonces ¿por qué nos ponemos tantas trabas en el camino?, y lancé la siguiente pregunta). En el momento que te dicen “vas a perder el brazo por la enfermedad” ¿pensaste que eso podría cortar por completo tu carrera, en algún momento dijiste “doy la filipina”?
M: Sí tal vez en algún momento lo pensé, pero siempre tuve en mente que quería terminar mi carrera aunque no fuera en el área técnica. Cuando me dieron la noticia, hablé con mis papás les dije “me cambio de área, no pasa nada”, pero un día platicando con una amiga me dijo que no dejara el área técnica y que no viera las cosas como un obstáculo, sino como un reto y que empezara a luchar, era el momento de demostrar quién era.
Con eso me cayó el veinte, dije tiene razón, por qué voy a abandonar lo que más me gusta y creo que eso me ayudo mucho a superar la enfermedad; las quimioterapias que realmente son muy pesadas. Yo siempre tuve en mente regresar al Claustro, incluso también mis psicólogos me decían “es que no lo veas así, sé realista”. Traté de ser realista, siempre teniendo en mente mi meta: terminar mi carrera, regresar al Claustro en el área técnica y no aceptar un no por respuesta, creo que vale la pena, si es mi felicidad vale la pena luchar por esto.
C: ¿Te has sentido intimidada en algún momento por la actitud de los compañeros o maestros en cocina?
M: Creo que no. Yo esperaba cosas más fuertes, mis compañeros me han comentado que ni siquiera se habían dado cuenta de que no tengo mano y me han apoyado bastante. Sí he tenido profesores que me quieren retar, no digo nombres (risas) de repente sí los he sentido en mala onda, también hay quienes me dicen “órale sí pudiste qué buena onda”, pero hay otros que “a ver, a ver si puedes” y siento que me quieren demostrar que la carrera no es para gente así, ya después te diré nombres (risas).
Es pesado, pero el coraje que saco de ahí me da más fuerza. También hay grandes personas como Martha Sánchez, la Chef de pastelería, que me dio su apoyo desde que se enteró, me dijo “sabes que cualquier cosa, aquí estoy y cuando tengas tu prótesis ven y practicamos”, también me ha dicho “mira, vamos a aprender juntas, no puedes pero vamos a hacer algo para que puedas” me ha tenido paciencia, me ha ayudado, ha sido más que Chef mi amiga.
Yo no quiero que me consientan, pero sí que me traten de apoyar. Estoy aprendiendo a vivir y ellos podrían también aprender de apoyarme, ver si se puede con una mano; hay gente a quien quisiera amarrarle una mano y que lo hiciera, realmente no es fácil. Que valoraran mi esfuerzo, no subiéndome la calificación. Si yo este semestre salgo con seis, ya será la gloria, porque esos seis puntos me los gané con una mano y con el corazón.
Traigo una mentalidad diferente. Tenía la idea de subir mi promedio, ahorita la calificación es lo que menos me importa, tengo 23 años de vida y no llevo ni un año sin mano y ha sido pesado, pero he ido saliendo, para llevar un semestre y no ir tan mal, yo siento que ni se nota, a lo mejor está mal de mi parte, pero a veces sí digo “hice casi lo que haría si tuviera mis dos manos”.
Yo sólo puedo concluir reflexionando sobre la afirmación que me hizo en un principio: ella no quiere ser un ejemplo para nadie, pero son pocos los que enfrentarían una situación así con tanto optimismo y con la sed de vida que ella me trasmitió en la charla. Quiero decirle a Mariana que estoy muy agradecida y orgullosa de haberla conocido en esta escuela.
Mariana es una chica de Gastronomía: alegre, trabajadora, dedicada, soñadora y fiestera. Adjetivos que describen al alumnado, pero Mariana sufrió una pequeña diferencia que ha modificado su vida, sin cambiar sus cualidades.
Hace pocos años le detectaron cáncer en su brazo izquierdo. La enfermedad la llevó al límite de decidir por su brazo o su vida, que en lo personal considero hubiera sido lo mismo porque un gastrónomo del área técnica vive de sus brazos, de la habilidad que desarrolla en ellos. Ella decidió seguir viviendo y enfrentó la enfermedad hasta sanar. Este semestre regresó en una situación que nadie imagina vivir, pues perdió su brazo.
Un martes le pedí una entrevista. Inmediatamente me preguntó “¿pero sobre qué quieres hablar?”. Me quedé callada pensando qué le podía contestar sin incomodarla. En ese momento supe que hacer esta nota iba a ser un reto.
Llegó el viernes que habíamos acordado encontrarnos, la invité a mi casa, le ofrecí unas cervezas para poder darnos el valor de hablar (sólo yo las necesitaba). Ella se mostró siempre serena y abierta, yo estaba nerviosa y temía no poder guiar la entrevista.
Desde un principio me dijo “mira yo no tengo problemas con el tema, no quiero ser un ejemplo para nadie, pero si esto que me pasó sirve de algo, adelante” y me tranquilizó por completo. Puse mi grabadora en la cama donde estábamos sentadas, le dije que la olvidáramos y sería una charla sólo entre ella y yo.
Mi primera pregunta fue con cierta distancia, tratando de esquivar las partes fuertes de la travesía de esos últimos años.
Comalote: ¿Cómo fue tu regreso a clases?
Mariana: Al principio fue difícil porque no conocía a nadie de la generación, regresar ya sin mi mano y no saber en realidad qué tantas capacidades tenía o había perdido, a qué me iba a enfrentar ni con mis compañeros ni con lo que yo iba a poder hacer. Cuando llegué al grupo fui agarrando confianza y las cosas se dieron bien, he logrado hacer más de lo que yo pensaba, aunque obviamente sí tengo mis limitaciones.
C: (Me quede atónita al ver qué bien había tomado todo y le hice una de las preguntas obligadas). Sabías las opciones que había ¿por qué regresar a técnica?
M: Ya había cursado 7° semestre en técnica y cuando me enteré de la amputación pensé en cambiarme a administración o humanidades, pero decidí que me lo iba a plantear como un reto en lugar de como un obstáculo, no iba a darme por vencida antes de intentarlo. Fui a hablar con Guille y me dijo que si lo quería intentar ella me iba a apoyar, pero que fuera honesta conmigo. Si no podía me cambiaría de área y ella también sería honesta conmigo.
Siempre tuve una ilusión de que lo iba a lograr con mi prótesis, pensé que me la entregarían a más tardar en marzo, pero aún no la tengo; esperaba aprender a utilizarla este semestre que tenemos materias de mucha precisión como ornato. En el trabajo no te van a dar la misma oportunidad “bueno echa a perder todo lo que quieras y si no aprendiste bien”, y aquí me están dando la oportunidad de decir “bueno no me salió, pero lo vuelvo a intentar y a lo mejor la próxima vez me sale”.
También por otro lado quise demostrar que no hay nada que te limite, tal vez abrir camino para personas que estén como yo; perdí mi brazo a los 23 años, pero hay gente que nace sin uno y no le puedes quitar la oportunidad de estudiar o de aprender algo así, entonces también me gustaría abrir campo para esas personas, bueno, si me fuera posible.
C: ¿Qué quieres hacer terminando la carrera?
M: Me gustaría algo propio, estoy consciente de que es difícil que consiga un trabajo, ya el hecho de llegar y que me vean sin mano, me pone en últimas opciones, muy pocos me darán la oportunidad; me encantaría abrirme camino en el medio por mi parte poniendo un negocio y ganándome un nombre poco a poco. Mi plan es algo que me genere dinero como las taquerías, en la parte administrativa creo que lo puedo hacer bien y de ahí sacar para poder poner una pastelería gourmet, empezarme a abrir camino al vender mis productos.
C: (Sólo pensé ¡madres! Somos tantos los que no tenemos claro lo que queremos hacer cuando nos titulemos, la discapacidad no limita los planes de superación, entonces ¿por qué nos ponemos tantas trabas en el camino?, y lancé la siguiente pregunta). En el momento que te dicen “vas a perder el brazo por la enfermedad” ¿pensaste que eso podría cortar por completo tu carrera, en algún momento dijiste “doy la filipina”?
M: Sí tal vez en algún momento lo pensé, pero siempre tuve en mente que quería terminar mi carrera aunque no fuera en el área técnica. Cuando me dieron la noticia, hablé con mis papás les dije “me cambio de área, no pasa nada”, pero un día platicando con una amiga me dijo que no dejara el área técnica y que no viera las cosas como un obstáculo, sino como un reto y que empezara a luchar, era el momento de demostrar quién era.
Con eso me cayó el veinte, dije tiene razón, por qué voy a abandonar lo que más me gusta y creo que eso me ayudo mucho a superar la enfermedad; las quimioterapias que realmente son muy pesadas. Yo siempre tuve en mente regresar al Claustro, incluso también mis psicólogos me decían “es que no lo veas así, sé realista”. Traté de ser realista, siempre teniendo en mente mi meta: terminar mi carrera, regresar al Claustro en el área técnica y no aceptar un no por respuesta, creo que vale la pena, si es mi felicidad vale la pena luchar por esto.
C: ¿Te has sentido intimidada en algún momento por la actitud de los compañeros o maestros en cocina?
M: Creo que no. Yo esperaba cosas más fuertes, mis compañeros me han comentado que ni siquiera se habían dado cuenta de que no tengo mano y me han apoyado bastante. Sí he tenido profesores que me quieren retar, no digo nombres (risas) de repente sí los he sentido en mala onda, también hay quienes me dicen “órale sí pudiste qué buena onda”, pero hay otros que “a ver, a ver si puedes” y siento que me quieren demostrar que la carrera no es para gente así, ya después te diré nombres (risas).
Es pesado, pero el coraje que saco de ahí me da más fuerza. También hay grandes personas como Martha Sánchez, la Chef de pastelería, que me dio su apoyo desde que se enteró, me dijo “sabes que cualquier cosa, aquí estoy y cuando tengas tu prótesis ven y practicamos”, también me ha dicho “mira, vamos a aprender juntas, no puedes pero vamos a hacer algo para que puedas” me ha tenido paciencia, me ha ayudado, ha sido más que Chef mi amiga.
Yo no quiero que me consientan, pero sí que me traten de apoyar. Estoy aprendiendo a vivir y ellos podrían también aprender de apoyarme, ver si se puede con una mano; hay gente a quien quisiera amarrarle una mano y que lo hiciera, realmente no es fácil. Que valoraran mi esfuerzo, no subiéndome la calificación. Si yo este semestre salgo con seis, ya será la gloria, porque esos seis puntos me los gané con una mano y con el corazón.
Traigo una mentalidad diferente. Tenía la idea de subir mi promedio, ahorita la calificación es lo que menos me importa, tengo 23 años de vida y no llevo ni un año sin mano y ha sido pesado, pero he ido saliendo, para llevar un semestre y no ir tan mal, yo siento que ni se nota, a lo mejor está mal de mi parte, pero a veces sí digo “hice casi lo que haría si tuviera mis dos manos”.
Yo sólo puedo concluir reflexionando sobre la afirmación que me hizo en un principio: ella no quiere ser un ejemplo para nadie, pero son pocos los que enfrentarían una situación así con tanto optimismo y con la sed de vida que ella me trasmitió en la charla. Quiero decirle a Mariana que estoy muy agradecida y orgullosa de haberla conocido en esta escuela.