lunes, 16 de marzo de 2009

En lugar de combatirlas, cómetelas: cucarachas en el desayuno



Por Suyin Ramgar

¡Oh de aquellos seres diminutos, rastreros, tan incomprendidos y perseguidos por la humanidad! Sí, me refiero a las más detestadas en las cocinas y de las que corren leyendas urbanas sin saber a ciencia cierta como deshacerse de ellas de una buena vez.
Pero los tiempos cambian y llegará el momento en el que debamos prepararnos para probar la gama de más de 504 especies de insectos que se conocen en nuestro país, el cual es un recurso renovable que no puede ser considerado como última opción. Algunos se consumen, mientras que a otras 252 especies se les atribuyen beneficios curativos, sobre todo porque vivimos en una era de poca valoración, donde el despilfarre dejará de ser moda para volverse un mito.
Es muy cierto también que los pequeños lujos del mes o de la quincena como una buena comida o un buen vino no se verán desplazados en su totalidad por el terror de la recesión que actualmente agobia al mundo entero, pero si bien estamos en estado de alerta, es probable que los menús cambien y que ya sin afán de la excentricidad ni de las novedades culinarias, nuestro paladar se vea forzado a probar platillos en donde el ingrediente principal sean insectos. Algunos de ellos de más de 350 millones de años como los gusanos, alacranes, escamoles o los tan detestados seres que sobreviven hasta a una explosión nuclear, sí, me refiero a las cucarachas.
Y si nosotros consideramos exótico lo que consumimos y podríamos consumir, sólo habría que ver lo que comen en otros países: los indios “yanomami” de Venezuela ven de buen comer la “theraposa leblondi”, que es la tarántula más grande del mundo. Su carne es blanca y sabe a cangrejo ahumado. En Japón, la zaza-mushi o larva acuática, cuya captura exige un trabajo laborioso y un precio alto. En Camboya las tarántulas se pueden comer fritas y son un tónico para la virilidad. Mientras que en Indonesia, degustan un platillo de arroz adornado con pimientos rojos y libélulas saladas y fritas en aceite de coco.
En realidad no es algo tan novedoso, en poblados alejados del centro de las ciudades y en estados como Oaxaca, Hidalgo, y Tabasco, se acostumbra el consumo de insectos, considerados como fuente importante de proteínas y que por ningún motivo causarían un desajuste en la nutrición de las personas si éste se popularizara.
Como claro ejemplo, el Departamento de Zoología del Instituto de Biología de la UNAM trabaja en un proyecto de investigación en el que grillos, moscas, gusanos y cucarachas se constituyen en recicladores de basura, con el objeto de convertirla en biomasa útil para la alimentación. Según la Bióloga de la UNAM, Marcela Méndez Janovitz: “Las cucarachas son fuente valiosa de proteínas, calcio, magnesio y vitamina B, además de ser libres de grasa”.
Así que preparémonos para una nueva experiencia gastronómica. Mantengamos la mente abierta y los ojos cerrados para cultivar tan peculiares insectos que pueden ser la salvación en un futuro.