Por Julieta Cruz López
Inspirada en el concepto de Do it del suizo Hans Ulrich Obrist, curador y crítico de arte contemporáneo, así como en el poético Manual de Instrucciones de Julio Cortázar, presento este texto como reflejo de una personalidad enamoradiza y casi profesional de la Gastronomía, con la intención de interesar al lector-gastrónomo por el Arte y la Literatura.
No busque los motivos ni piense en las consecuencias. Limítese a vivir un amor verdadero. Desee sensaciones, pensamientos y olvide rencores. Necesitará un ser que comúnmente se llama humano; no olvide recordar: en gustos se rompen géneros y en géneros se rompen gustos.
Dirija su atención hacia el ser en cuestión. Cuando esté frente a él, déjese llevar por el vuelo de los suspiros alados que revolotearán en su interior, piense en todos los lugares que visitará en su compañía, imagine el peculiar aroma de su persona, el perfume de sus cabellos; disfrute de los pequeños contactos que aún no suceden y de los enormes abrazos de los que serán partícipes.
Con el cúmulo de pensamientos, que irónicamente provendrán del corazón, rellene una palabra como si fuera un bombón. Revuelva la palabra en una caja de verdaderos chocolates, acérquese y entréguesela, no sin antes sonreírle un poco y extendiendo la mano como metáfora; deslice entre los dedos la atracción, sugiera un acompañamiento a lo largo del camino.
Tiempo estimado para enamorar: Infinito.
Se sugiere la abstención de este método a diabéticos e hipertensos. Consulte a su mejor amigo para una opinión más detallada o visite su tienda más cercana de chocolates y busque entre ellos la versión light; endulzados con acesulfame o aspartame, son muy indicados para los reservados a las calorías. No olvide conservar unas manos suaves que atraerán a los enamoradizos, éstas aseguran caricias delicadas.