jueves, 5 de marzo de 2009

No sólo en las cocinas se cocina

Por Cyndi Jiménez

Leonora Carrington, pintora surrealista y poseedora de una imaginación a veces incomprensible, toma a la cocina como su fuente inspiradora. A principios de los sesenta escribe una obra de teatro corta llamada: La invención del mole, donde mezcla la leyenda popular del mole clásico con su amor por la alquimia culinaria. Sorprende al lector con el ingrediente principal: la carne humana, hace referencia sobre la antropofagia y toma este antecedente histórico al resaltar la alimentación de algunas culturas.

Otra de las obras más sobresalientes de Carrington es el mural El mundo mágico de los mayas, pintado en 1963 para el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México, producto de la combinación de un antiguo texto literario, El Popol Vuh y la sociedad tradicional contemporánea. En este mural se puede observar el agrupamiento de los pueblos para sustentar su alimentación, asemeja el maíz con el trigo y modifica símbolos mayas.

A través del tiempo, la artista sigue sorprendiéndose del México exótico colmado de diversas comidas y paisajes, que a su vez, es un escenario en donde la veneración y la burla a la muerte son sus protagonistas.

La Real Academia de la Lengua Española dice que cocer es “hacer comestible un alimento crudo sometiéndolo a ebullición o a la acción del vapor”. De la misma manera, Carrington hace comestible su pasión por el arte, cuece su obra, la vuelve pintura para que nosotros, gastrónomos contemplativos, nos alimentemos de ella; hay que probarla, degustarla, sentirla, comerla.™—