Por Julieta Cruz López
Ubicada en el Valle de Guadalupe, California, se encuentra Adobe Guadalupe, casa vinícola que se caracteriza por denominar a sus vinos con nombres de arcángeles. Cuenta con 60 acres de viñedos en donde se cultivan siete cepas de uva. Se trata de una casa joven cuyos viñedos se plantaron en 1998 y su primera cosecha obtenida en el 2000. Además, la hacienda de Adobe cuenta con seis habitaciones que reciben a los invitados y turistas.
Un hecho desafortunado, su motivación principal
Vinícola fundada por Tru y Donald Miller, y la inspiración de su hijo Arlo, fanático de la cultura mexicana así como de la Virgen de Guadalupe, Adobe Guadalupe cuenta con una historia muy particular.
Donald era un banquero internacional en Estados Unidos y Tru maestra de idiomas, tras haber sufrido la pérdida de Arlo en un accidente automovilístico, Tru viajó a París y mientras visitaba la catedral de Notre Dame vio una silla de madera con un sarape, lo que la llenó de curiosidad. Dos años más tarde, Tru regresó a París en compañía de Donald, con la intención de depositar las cenizas de Arlo junto a las de su padre y se sorprendió al ver que tanto la silla como el sarape seguían ahí, formando parte de un altar dedicado a la Virgen de Guadalupe. A partir de ello, los Miller decidieron llevar a Arlo a México, y emprender el proyecto que habían planeado desde años atrás: una casa vinícola.
¿Y los ángeles? Tru comenta en una entrevista para “Menú” en octubre de 2008, que su hijo Arlo estaba entusiasmado con el proyecto, pero al no poder verlo, pensó que la mejor compañía para él, serían los arcángeles, debido a esto los vinos llevan sus nombres.
Los vinos de la Adobe han sido cuidadosamente diseñados a partir de mezclas entre las cepas. Cuentan con cuatro vinos tintos: Gabriel, Kerubiel, Miguel, Serafiel y un rosado, Uriel; todos diseñados y aprobados por el enólogo de la casa, Hugo D’Acosta.
La fuerza en Gabriel
Luego de haber investigado acerca de los vinos de Adobe Guadalupe, no pude resistirme a caer en el encanto del ensamble entre Merlot, Malbec y Cabernet Sauvignon que ofrecía Gabriel. Me dirigí a una casa especializada en vinos y adquirí por alrededor de los $400 una botella de “Gabriel 2006”.
Decidí comunicarme con el Sommelier Pedro López, actual Gerente Operativo del Restaurante-escuela y amigo desde hace un año, para que me ayudara a realizar una cata; así quedamos en realizarla al día siguiente.
“Adobe Guadalupe es una bodega vinícola que ha recibido algunos premios y medallas a nivel internacional —afirma el Sommelier— y presenta una nueva tendencia en la elaboración de vinos mexicanos lo que es muy importante, dada la historia del vino en México”. Explica que en la época de la Colonia, cuando se trajo la uva al territorio de la Nueva España, se elaboraron vinos y se obtuvieron productos de tan alto nivel, que los vitivinicultores de Europa prohibieron la siembra de la vid con la finalidad de proteger su producción; ésta sólo era permitida para la elaboración de vinos de consagrar. En contraste, en sitios como Chile, Brasil y Argentina, al no aplicarse la norma, se continuó produciendo, lo que resultó en beneficio del desarrollo de técnicas y procesos. Sin embargo, comenta: “En la actualidad, en México se cuentan con las herramientas necesarias para comenzar a crecer en este ámbito e igualar o superar vinos”.
La cata comenzó con el análisis visual y sus atributos de juventud fueron de inmediato notorios, Gabriel poseía una capa media de color rojo rubí intenso, con tonalidades violáceas. Se consideró limpio al no presentar residuos, brillante; en copa, presentó una adherencia media, lentamente se formaban arcos y luego, lágrimas o piernas.
Acercamos la copa la barbilla y logramos percibir sus aromas, lo que indicaba una intensidad aromática media. A copa quieta pudimos encontrar notas predominantes a madera, frutos rojos maduros, ciruela pasa y vainilla. Al agitar, el nivel aromático de alcohol se redujo, lo que indica que podía tratarse de un vino bien equilibrado y se confirman los aromas antes descritos además de especias, dátiles y pimienta negra. Por mi parte, recuerdo haber encontrado aromas a arándanos secos.
Pasamos al análisis gustativo, comprobando que los aromas coincidieron con la estructura completa del vino, se trató de un vino equilibrado pues la acidez y astringencia se percibieron simultáneamente, es decir, primero salivamos y de momento se secó el paladar, notamos un amargor al final. Presentó una permanencia alta de 10 caudalias (segundos). En retrogusto personalmente hallé uno muy especial a plátano, confirmado por aromas a frutos rojos maduros, dados por las cepas con que está hecho el vino.
Se recomienda tomarlo entre 14 y 17 °C así, el frío ayuda percibir en menor medida la acidez del vino. Como un posible maridaje, el Sommelier sugiere un pecho de ternera o un corte no muy graso como un rib-eye; dice que también es una buena opción como acompañamiento de algún postre hecho a base de chocolate amargo.
Finalmente, el Sommelier concluye: “Adobe Guadalupe está poniendo en alto el vino nacional y como mexicanos hay que apoyarlo, desafortunadamente por la falta de formación nos inclinamos en mayor medida hacia un vino extranjero que a uno propio, aún cuando éstos tienen muy buena estructura. Y el caso de Gabriel, no es la excepción”.
Nos despedimos y ahora tenía más de media botella por consumar. Caminé al mercado de San Juan y compré una baguette de carnes frías y una barra de chocolate amargo al 60%. Llegué a casa, dispuse un par de manteles, copas y la baguette partida por mitad. ¡Qué mejor manera de concluir que acompañada de un ser amado! De inmediato pensé en lo que en una visita a Freixenet nos habían comentado: “Lo más difícil al catar un vino no es definir sus colores, percibir sus aromas o apreciar sus sabores; la complicación real existe en la búsqueda de alguien con quien compartirlo”. Y así, habíamos comenzado por lo más difícil.