Es responsabilidad tanto del alumno como de la Institución presente, concientizar sobre la importancia del quehacer teórico, metodológico, cultural y literario del gastrónomo
Por Alejandro Ramírez
Después de revisar algunos planes de estudio de otras instituciones afines con la licenciatura en Gastronomía, encontré que el plan al que estamos inscritos es, en toda la extensión de la palabra amplio. Al punto que, la cantidad de información brindada, lo vuelve ineficiente o mejor dicho ambiguo y un tanto impreciso. Hablamos pues, de seis semestres cuyas materias se focalizan en un tronco común. El problema aquí es la tendencia a la formación de todólogos y no de especialistas. Derivando este problema, la propuesta es ampliar una especialidad y comprimir ese conjunto de generalidades que si se miran con crueldad, esparcen un cúmulo de información que se vuelve inútil. Inútil no por la calidad de la información sino por el desenfoque y desvarío de la misma.
Por otro lado, he encontrado a lo largo de estos siete semestres la falta de planteamientos de problemas reales, dirigidos a la enseñanza y por ende a la creación de conocimientos. Si se redujera el seguimiento robótico y sistematizado (por ejemplo en el caso de las materias prácticas) de recetas, y se planteara una serie de conflictos que obligaran al alumno a reflexionar y volver útil el conocimiento práctico, entonces estaríamos hablando, no de la formación de obreros y técnicos, que siguen instrucciones, sino de la formación de líderes y seres reflexivos, propios de una institución universitaria.
Otro factor que me gustaría poner a discusión es, atender con mayor seriedad la formación de académicos gastrónomos. Más allá de la presencia de jefes de cocina o cocineros, profundizar y ampliar la capacitación enfocada a la enseñanza. Es decir, no podemos hablar de una formación académica si no existen los académicos para impartirla. Y por supuesto que en una institución universitaria, se debe evitar a toda costa la instrucción de información por medio de dictados y ese tipo de metodologías anticuadas, pertenecientes al siglo pasado.
Puesto ya el tema de lo académico, quisiera hacer un llamado a una más amplia difusión de los proyectos de áreas como “Ciencias de los alimentos”, “Área administrativa” y al final pero no menos importante, “Área de ciencias sociales” mal llamada área de humanidades. Esto con la finalidad de poner en claro a los alumnos más recientes el tipo de trabajo que se realiza en cada una de las antes mencionadas.
Tocando fondo ya de este escrito, quiero dar un mensaje a la comunidad universitaria, en específico a todos aquellos futuros gastrónomos cuya afinidad por la lectura se resume en: ¡Ay que hueva!
De alguna manera, es responsabilidad tanto del alumno como de la Institución presente, concientizar sobre la importancia del quehacer teórico, metodológico, cultural y literario del gastrónomo.
Así, los dejo con unas breves líneas del que ha sido galardonado por la Academia de Gastronomía y la Cofradía de la Buena Mesa, Mikel Corcuera, como mejor periodista gastronómico debido a sus aportaciones al diario El País.
“… de los factores que conforman a un gastrónomo consumado… el de la formación cultural. Leer mucho. Y no sólo recetarios de cocina. Literatura, historia, geografía, libros de arte, poesía…” ™—